Para quienes tienen una cultura de limpieza bucal es muy normal llevar consigo casi a todas partes un cepillo de dientes que después se convierte en muchos casos en el principal delator en casa de una presente relación.. por qué?, jaja.. He compartido con varias amigas que es justamente este objeto el primero en filtrarse en casa del “susodicho” sin temor a reclamo y sin que les parezca extraño, es digamoslo así como la llave que nos abrirá la puerta a introducir cada vez más y más cosas hasta que en un, dos por tres ya estemos instaladas con la verdadera llave que abre la casa completa.. jijiji
Los hombres en cambio, he notado que lo primero que van dejando u olvidando como si no les fuera necesario son los calzones!!, sí señores han leído bien, qué les pasa? acaso creen que nos gusta coleccionarlos ó algo por el estilo? Claro que no!, por el contrario, a veces no son dignos ni de que los toquemos… iuch! A nosotras no nos gusta dejarlos, es algo muy personal, otra cosa muy diferente es que a ustedes les guste coleccionarlos y los escondan..
Bueno, bueno, volviendo al punto, resulta que este hecho “olvidadiso” de dejar el cepillo de dientes en muchas ocasiones es exitoso pero otras tantas termina siendo la única prueba física que queda como recuerdo doloroso. Hace años cuando terminé con mi novio y por distintos motivos volvía a su casa (motivos que aquí no mencionaré jaja) resulta que siempre estaba mi cepillo de dientes junto con otras tantas cosas más todo en su lugar como si ni el tiempo ni nadie hubiera pasado por ahí y así permaneció meses! Y tomando en cuenta que los hombres no son precisamente muy brillantes con los detalles como para tomarse la molestia de quitar y poner todas las cosas una y otra vez siempre de la misma forma como con memoria fotográfica de cómo estaban (cosa que nosotras las mujeres somos expertas), esto me hacía pensar que en varias cosas; que él aún no quería soltarme, que probablemente le importaba mandarme el mensaje de que mi lugar seguía intacto y que no había pasado otra mujer por ahí ó por lo menos no una relación importante, ya que ahora yo de las primeras zonas que inspecciono es el lavabo para contar el número de cepillos y el color también importa.. Todo esto me confundía mucho. Por mi parte he de confesar que lo último que quité de mi casa y que pertenecía al mismo sujeto en cuestión fue también el famoso cepillo..
O es que tal vez debiéramos hacer como mi vieja amiga Karen que al separarse de su novio con quien vivía me pidió que la ayudara a empacar unas cosas y al llegar al baño tomó el cepillo de su “ex” para cepillar el interior del excusado y la suela de sus zapatos teniendo el debido cuidado de no dejarlo tan sucio para que no se notara al momento de volverse a usar..
En fin, el caso es que el cepillo de dientes se ha convertido en una delator por excelencia de quienes han dejado huella en nuestras vidas, o por lo menos en nuestras casas, así que cuidado y revisen cuántos se han ido quedando en su baño o por lo menos guárdenlos, eso si con su respectivo nombre para que no se confundan, por que uno nunca sabe...
miércoles, 18 de noviembre de 2009
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